viernes, 8 de julio de 2016

Reflexiones III

El creer que la lluvia regocija el alma y la fervosa creencia sobre las musas que descienden del Olimpo en busca de hogar, me hace sentir feliz de a raticos y hasta le he sonreído a mi pequeña desdicha.

Solo es una creencia.

Mas, el Nilo se tiñe de sangre, y yo remo, en mi canoa, cual lánguido reposo caudalos de mi escapatoria, ayudado tambien, por mi club de poetas y músicos, abarrotados del cocuy, regurgitando en lo mas profundo de sus vísceras.

El diluvio trae consigo advocaciones del amor, a la par de un semblante enigmático que se transfigura en una acción.

En mi embriaguez: Escribir.
En mi sobriedad: Embriagarme.

La satírica lluvia juega al monopolio conmigo, indecisa en si entrar y acompañarme en mi cafe de las cuatro, o quedarse reducida a unos charcos al brindar el alba.

Mientras la hermana duda te da un respire, posate en mi tragaluz y escucha el martilleo del piano de otrora, al calido ritmo de tu goteo.

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