sábado, 8 de octubre de 2016

Universos paralelos

Creerte extinta y desaparecer en tu respiro. Invocar a las deidades cuando el templo aun no se erigía. Travesía salomónica que, en su retorno, se me torna laberíntica, cual cueva que habita el creador de mi propio "inferno". Noto escepticismo en las lagunas que me ven pasar a tu cercanía, ausente de toda compañía, mientras me desperezo en el asiento del bus. En esta empresa vivo, y si, aunque mis vibras deambulen serenas y piadosas por el necromántico asfalto (imitando los pasos de esos que pagan facturas, compran whiskys caros e insertan billetes entre las tetas de las putas), es por esa carga de neutrino que habito este cuerpo desecho por las arenas del tiempo, las mismas con las que crearon el espejo donde me veo y donde se esconden los duendes que un día jugaron a la rueda, alrededor de nuestra única posesión preciada, carente de lujos, pero magisterio de almas en pena. Quizás es la adrenalina que dosifican las imágenes que en mi mente revolotean. En una, por ejemplo, a tientas por las oscuras calles del centro tu mirada me taladrea los sentidos. En otra, desvelado sobre el piano escucho una melodía desde mis entrañas que me habla, sideral y cósmica, preparada para ser escrita y quizás, al tiempo, ultrajada, pero que, a la primera vacilación mía, matiza a un Pianissimo siendo así esa subfrecuencia que balancea este universo, bajo el umbral  donde reverbera nuestro ultimo beso, en el viejo chiffonier que da lugar a las telarañas y al polvo sobre nuestra foto, en la nervadura de cada hoja de otoño.

El caso es que me he vuelto cleptomaníaco de deseos, camaleon de nuevas selvas queriendo volver a tu fauna, arrancar de ti todo vestigio de civilizacion y hacer de nuestro amor primitivo y salvaje, quizás así viviríamos sin recordar, sin heridas que escocer y así, magullados por tu naturaleza, como en la realidad, viviríamos el amor en mis universos paralelos.

lunes, 3 de octubre de 2016

Soneto II

Son los mismos resortes de colores 
Que una vez iniciadas las miradas 
Tan volubles y límpidas lustradas 
Hoy no sucumben, a mi (sus) faroles. 

El frío presupone los clamores 
De tus manos, a mi espalda, terciadas 
Estío de ventiscas cual llamadas 
Que serena el caudal en mis albores. 

¡Oh, tu canto tan íntimo y pulcro! 
La mirada bajo el cristal brillante 
Enmarcada en estrellas, sueños puros. 

Te has quedado en todos ellos cual muros 
Creando ese palacio tan galante 
Espacios donde, trémulo, descubro 
lo noble de un arrullo, 
canto del mirlo, cual presagio atróz 
del alba que llega sin mi (tu) voz.

viernes, 8 de julio de 2016

Reflexiones III

El creer que la lluvia regocija el alma y la fervosa creencia sobre las musas que descienden del Olimpo en busca de hogar, me hace sentir feliz de a raticos y hasta le he sonreído a mi pequeña desdicha.

Solo es una creencia.

Mas, el Nilo se tiñe de sangre, y yo remo, en mi canoa, cual lánguido reposo caudalos de mi escapatoria, ayudado tambien, por mi club de poetas y músicos, abarrotados del cocuy, regurgitando en lo mas profundo de sus vísceras.

El diluvio trae consigo advocaciones del amor, a la par de un semblante enigmático que se transfigura en una acción.

En mi embriaguez: Escribir.
En mi sobriedad: Embriagarme.

La satírica lluvia juega al monopolio conmigo, indecisa en si entrar y acompañarme en mi cafe de las cuatro, o quedarse reducida a unos charcos al brindar el alba.

Mientras la hermana duda te da un respire, posate en mi tragaluz y escucha el martilleo del piano de otrora, al calido ritmo de tu goteo.

miércoles, 20 de abril de 2016

El sweater

El fantasma de todo lugar
posado sobre la vela,
enmarca en su cándida sonrisa
sus labios, sonámbulos de tul.
Y en su mínimo rayito de luz
está la lejanía de esos besos usados
y a la par, esas llamadas nocturnas
con sonrisas y sueños efímeros.

Todas las aves vuelan en bandada
huyendo de este desastre,
mientras, cuelgo mi chinchorro
para escribir prosa infinita.

El tumulto y la arena me agobian,
curtiendo su piel de otra, ajena,
y si, es esa agonía
la que me postra en este letargo.

Los caminos sin trazar.
                      
             Las galletitas de avena sin cocción.

                            El itsmo testigo.

              Médanos, algoritmo de adioses.

Todos nuestros.

Y solo un sweater quedó.