lunes, 3 de octubre de 2016

Soneto II

Son los mismos resortes de colores 
Que una vez iniciadas las miradas 
Tan volubles y límpidas lustradas 
Hoy no sucumben, a mi (sus) faroles. 

El frío presupone los clamores 
De tus manos, a mi espalda, terciadas 
Estío de ventiscas cual llamadas 
Que serena el caudal en mis albores. 

¡Oh, tu canto tan íntimo y pulcro! 
La mirada bajo el cristal brillante 
Enmarcada en estrellas, sueños puros. 

Te has quedado en todos ellos cual muros 
Creando ese palacio tan galante 
Espacios donde, trémulo, descubro 
lo noble de un arrullo, 
canto del mirlo, cual presagio atróz 
del alba que llega sin mi (tu) voz.

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